¡No tengo tiempo para comer!

En las grandes ciudades, debido a las distancias y a los horarios laborables, muchas personas no tienen la oportunidad de comer en su hogar y consumir una dieta equilibrada.

La influencia de países como Estados Unidos ha desarrollado una cultura culinaria que en ocasiones no resulta beneficiosa para el organismo. Existen establecimientos de comida rápida que ofrecen al consumidor menús variados de hamburguesas, patatas fritas, pizzas y ensaladas. En estos locales el tiempo que transcurre entre la selección del menú y el momento de sentarse a comer es muy reducido. Durante muchos años se ha asociado la comida rápida con la ingestión de gran cantidad de calorías. Sin embargo, con el tiempo se han perfeccionado estos menús y existen opciones más saludables y recomendadas para las personas que disponen de poco tiempo.

No es bueno tachar la comida rápida de mala. Lo importante es que se cumplan los principios de una dieta equilibrada. Cuando una persona se ve obligada a comer este tipo de alimentación es muy importante que varíe. Si se toma todos los días una pizza, no se está comiendo bien, pero no porque la pizza sea mala, sino porque no se cambia de alimento. Lo que no conviene es caer en la monotonía.

La comida rápida hace que el organismo obtenga un menor equilibrio en cuanto a los nutrientes. El mayor aporte de grasas -normalmente de origen animal- y de proteínas puede hacer que este tipo de comida carezca de las vitaminas y las proteínas indispensables para una dieta equilibrada. Las grasas también favorecen a que las digestiones sean más pesadas por lo que el organismo tiene que hacer un mayor esfuerzo digestivo. Otra de las desventajas de este tipo de comida es el escaso aporte de verduras ricas en fibras dietéticas que hacen más fácil la eliminación.

No es recomendable utilizar esta dieta todas las semanas. Sin embargo, si es inevitable es conveniente variar y combinar los alimentos con ensaladas y fruta variada. Si se dispone de poco tiempo para comer, el desayuno tiene que ser más fuerte de lo habitual. De esta manera se dispone de energía suficiente para afrontar el día y no desfallecer. Para no pasar hambre y combatir la ansiedad que puede causar la ingestión de una comida rápida es fundamental hacer cinco comidas al día. Asimismo, los típicos tentempiés son recomendables siempre y cuando se consuman productos razonables que no incluyan una sobrecarga de grasas (como las frituras) o azúcares (como bollería, pasteles…).

Este tipo de comida suele asociarse también a personas con un nivel de estrés elevado. Cuando una persona sufre estrés se disparan las hormonas de su organismo por lo que es recomendable aumentar el consumo de verduras y frutas y disminuir el consumo de estimulantes como el café o refrescos de cola y el tabaco. Estos alimentos no eliminarán el estrés pero ayudarán a conseguir un buen estado nutricional.

Recomendaciones sobre la comida rápida
Si se dispone de poco tiempo para comer, el desayuno tiene que ser más fuerte de lo habitual: un café con leche, un zumo de naranja y unas tostadas con aceite aportarán la energía suficiente para afrontar el día. A media mañana se puede tomar un montado o sándwich de queso o jamón y a media tarde un café con leche y galletas o una pieza de fruta, según el experto en nutrición.

Es importante que al cabo del día se suministren las vitaminas necesarias por lo que la cena puede constar de un primer plato de verduras o ensalada y un segundo plato de pescado o pollo.

Estrategias a seguir:
Antes de llegar al lugar, tenga una idea de lo que va a pedir y la cantidad sin olvidar las otras comidas del día. Evite ofertas especiales del tipo “Todo lo que se pueda comer...”

  • Coma lento, disfrute de cada bocado y del ambiente en el que se encuentre. Deje de comer antes de sentirse completamente lleno.
  • Como aperitivo, ensalada verde o de frutas sin aderezo o vinagreta, sopa de vegetales o cóctel de camarones.
  • Si el plato principal es alto en grasa, acompáñelo con patatas asadas sin mantequilla, vegetales al vapor o viandas hervidas.
  • Controle las bebidas alcohólicas, son altas en calorías y tienden a abrir el apetito.
  • Muchas salsas y aderezos se añaden justo antes de servir la comida, pida que se las sirvan aparte y así controlará la cantidad.
  • Evite la mayonesa y mantequilla y se ahorrará hasta diez gramos de grasa.
  • Acompañe su emparedado y hamburguesa con ensalada, papa asada sin mantequilla o sopas.
  • Pida pastas en salsa roja a base de tomate sin carne en lugar de salsa blanca o crema.
  • Si quiere postre, trate de pedir los que son a base de frutas o un café capuchino.
  • Evite alimentos fríos, empanados y en escabeche. Seleccione al vapor, hervidos, a la parrilla, con vegetales, entre otros.
  • Seleccione cortes de carne pequeños.
  • Si la cena es tarde, seleccione como plato principal un aperitivo con panecillo, ensalada y jugo.
  • Prefiera establecimientos que ofrezcan en su menú alternativas bajas en grasa.